La película es muy conocida por los grandes decorados que recrearon el París del siglo XV, y por la solvente interpretación y el espectacular maquillaje de Lon Chaney como el torturado campanero de Notre Dame de París. La película elevó a Chaney, hasta aquel momento un conocido actor, al estatus de estrella en Hollywood, cosa que le ayudó posteriormente a protagonizar varias otras películas de terror, sobre todo El fantasma de la ópera en 1925.