Una película que derrocha energía, interpretada por dos actores de gran madurez, donde su director aporta una acertada mirada sobre los vínculos fraternales frente al duelo y sobre la luz que podemos extraer de nuestro interior para afrontarlo.
Jack, de 19 años, Lisa de 17 y Mathis de 10, pierden repentinamente a sus padres. Frente a este drama familiar, cada uno va a reaccionar de manera distinta. Lisa se aleja y a Jack, el único adulto, se le concede la custodia de Mathis. Empieza una nueva vida. Pero ¿cómo se puede cuidar de un niño, siendo todavía un adolescente? ¿Y cómo se construye el futuro, si el pasado es una obsesión permanente? La fuerza y energía de la juventud pueden hacer milagros…